Cuando Brenda cumplió 30 años, estaba triste por seguir empleada en un trabajo de ventas que nunca le gustó. Decidió que era hora de no posponer más el asunto y buscar una profesión nueva. La noche de fin de año, David se encontró mirándose al espejo y prometiendo que el próximo año bajaría de peso. Y Santiago, frustrado porque sus ataques de ira no cesaban, prometió que el mes siguiente se esforzaría para cambiar.
Si alguna vez prometiste cambiar al principio de un mes, un año o en un cumpleaños especial, no eres el único. Los investigadores le han puesto incluso un nombre: el efecto del nuevo comienzo. Sugieren que en ciertas fechas como esas, somos más propensos a evaluar nuestra vida y dejar atrás los fracasos, para comenzar de nuevo. Al querer ser mejores personas, anhelamos un nuevo comienzo.
La fe en Jesús se refiere poderosamente a este anhelo, ofreciendo una visión de lo mejor que podemos llegar a ser (Colosenses 3:12-14) e invitándonos a abandonar nuestro pasado (vv. 5-9). Este cambio no se logra con decisiones o promesas, sino por el poder de Dios. Recibir a Cristo como Salvador es el nuevo comienzo supremo, y no hace falta esperar una fecha especial; tu nueva vida puede empezar ahora mismo (Tito 3:5).
De: Sheridan Voysey
Reflexiona y ora
¿Cómo has visto el efecto del nuevo comienzo en tu vida? ¿Qué te impide recibir ahora el regalo de Dios de una vida nueva?
Señor Jesús, dejo mis planes para seguir los tuyos. ¡Dame un nuevo comienzo!